- ¿A ti qué tal te ha ido? - preguntó el amigo al mendigo.
- Muy mal - respondió -, ya ves, he tenido muy mala suerte y mi situación es lastimosa.
- Pues, mira - repuso el amigo -, yo he descubierto que tengo poderes sobrenaturales y creo que puedo ayudarte.
Dicho esto, tocó con su dedo índice un ladrillo y lo convirtió en oro.
- Para ti - le dijo generosamente -, esto, sin duda, aliviará muchas de tus necesidades.
- Sí - contestó el mendigo -, pero la vida es tan larga y pueden ocurrir tantas cosas.....
El amigo volvió a tocar con su dedo una gran piedra y la convirtió en oro.
- También es para ti, ahora ya jamás tendrás problemas de dinero, ¡eres rico! - dijo el amigo.
- Bueno, está bien, pero la vida es muy larga... suceden tantas cosas, tantos imprevistos, según tienes más cosas aparecen más necesidades... en fin, hay "vicisitudes"...
- ¡Pero bueno! ¿Qué más quieres? - le dijo el amigo.
El mendigo respondió:
- Quiero tu dedo.
Hasta la próxima...