Un viejo ermitaño, se refugiaba en la montaña para dedicarse a meditar y hacer penitencia.
Un día un viajero le preguntó: "¿Cómo puede tener tanto trabajo si vive en soledad?".
El contestó: "Tengo que entrenar a dos halcones, a dos águilas, tranquilizar a dos conejos, disciplinar a una serpiente, motivar a un asno y domar a un león".
"No veo ningún animal por aquí, ¿dónde están?", contestó el viajero.
El ermitaño le dijo:
"Estos animales que te mencionado, los llevamos todos dentro.
Los dos halcones, se lanzan sobre todo lo que se les presenta, bueno o malo, tengo que entrenarlos para que se lancen sobre cosas buenas: Son mis ojos.
Las dos águilas con sus garras hieren y destrozan, tengo que entrenarlas para que se pongan al servicio y ayuden sin hacer daño: Son mis manos.
Los conejos quieren ir donde ellos quieran, quieren esquivar las situaciones difíciles, tengo que enseñarles a estar tranquilos aunque haya sufrimiento, problema o cualquier cosa que no me gusta: Son mis pies.
Los más difícil es vigilar a la serpiente, está encerrada en una fuerte jaula, pero ella siempre está lista para morder y envenenar a cualquiera que esté cerca, por ello tengo que disciplinarla: Es mi lengua.
El burro es obstinado, no quiere cumplir con su deber, siempre está cansado y se niega a llevar carga cada día: Es mi cuerpo.
Por último necesito domar al león, quiere ser el rey, el primero, el vanidoso, el orgulloso, se cree el mejor: Es mi EGO.
Como vé tengo demasiado trabajo por hacer."
Hasta la próxima...