Los sabios de la antigüedad compartían un relato, que ahora comparto con ustedes:
Cuatro velas se estaban consumiendo tranquilamente. El ambiente estaba tan silencioso que se podía oír el diálogo entre ellas.
La primera dice:
- ¡Yo soy la Paz!, a pesar de mi luz, las personas no consiguen mantenerme encendida - y disminuyendo su llama, se apagó totalmente.
La segunda dice:
- ¡Yo me llamo Fé!, infelizmente soy superflua para las personas, porque ellas no se interesan en saber de D´s; por eso, no tiene sentido continuar quemándome - al terminar sus palabras, un viento se abatió sobre ella y ésta se apagó.
En voz baja y triste, la tercera vela dijo:
- ¡Yo soy el Amor!, no tengo más fuerzas que quemar. Las personas me dejan de la lado porque sólo consiguen manifestarme para ellas mismas; se olvidan hasta de aquellos que están a su alrededor - y también se apagó.
De repente, entró un anciano y vio las tres velas apagadas.
- ¿Qué es esto?, deben estar encendidas y consumirse hasta el final.
Entonces la cuarta vela habló:
- No tengas miedo anciano; en cuento yo esté encendida, podemos encender las otras velas.
Entonces el anciano tomo la vela de la Esperanza y encendió nuevamente las que estaban apagadas.
En estos días de tanta incertidumbre en muchos aspectos de la vida, se nos pide encender la vela de la Esperanza, sólo ella puede encender las otras.
Hasta la próxima...