Sebastián estaba sentado en la puerta de su casa cuando oyó el llanto desesperado de unos niños. Al cabo de unos momentos vio aparecer a su amigo Alberto con sus hijos, ambos llorando a pleno pulmón.
"¿Que les pasa a los niños?" - Preguntó...
"Lo que le pasa a todo el mundo" contestó Alberto, "tengo tres dulces y cada uno de mis hijos quiere dos".