En un tratado acerca de la familia que ya tiene más de 600 años, un padre pregunta a sus hijos:
"- Si ahora fuere noche oscura, y ardiera un tronco en medio de nosotros, todos tendríamos luz suficiente para leer, escribir o hacer lo que se necesite. Pero si nos separáramos, y uno se fuera a un rincón, y el otro a otro lugar, y quisiéramos tener luz para ver como antes ¿creen que la luz del tronco ardiendo llegaría hasta todos?.
- Claro que no, dijeron los niños.
- Y si fuera pleno invierno, insistió el padre, y cada uno tomará unas brasas y se fuera a un rincón, ¿se calentaría peor o mejor que antes?.
- Peor, dijeron unánimes los hijos.
Y la reflexión de la padre no se hizo esperar:
- Viviremos mejor, seremos más felices, nos ayudaremos de una manera más eficaz y enfrentaremos mejor las dificultades, si nos apoyamos mutuamente."
Sin duda, los antiguos eran sabios. Por desgracia nuestra "modernidad malentendida" ha olvidado esta fantástica sabiduría.
Hay familias que no se ven jamás, y otras que han comenzado a alejarse como nunca antes lo habían hecho. Hay hijos que a duras penas conocen a sus padres y hay padres que desconocen la vida que llevan sus hijos. No hay tiempo ni espacio para el diálogo tranquilo, para demostrar el cariño y la ternura de padres a hijos e hijos a padres, no hay tiempo para la confidencia y la apertura del alma. Muchas veces ni siquiera los domingos son un día familiar como era antes.
Hay que decirlo y proclamarlo con fuerza: Necesitamos reforzar los lazos familiares con urgencia. Necesitamos dar testimonio que ser familia es la actividad más importantes de todas. Más que el trabajo con que nos ganamos el pan, o que la política que busca arreglar los problemas de los más pobres e incluso es más urgente que salir a anunciar buenas nuevas a los que sufren. La familia es el núcleo por el cual la sociedad forja los héroes del hoy y el mañana.
Ser familia más que un hecho, es un proyecto. Más que una realidad, es una tarea. Para ello hace falta cada cierto tiempo detenerse y hacer algo que muy pocos hacen: EVALUAR. ¿Somos felices como parejas?, ¿Son felices los hijos que engendramos juntos?, ¿Esta convivencia actual es la que nos propusimos desde que nos comprometimos como novios?, ¿vivimos apoyándonos, gozando tiempo juntos y entregando mutuamente sin esperar que el otro de el "paso primero"?.
Hay quienes imaginan que mientras los niños están pequeños no necesitan con tanta urgencia de la presencia de los padres. Los encargan con demasiada facilidad porque "queremos construir juntos" o " debemos hacerlo para que nos alcance". Esperan que crezcan para poder preocuparse de ellos con mayor tiempo "ahora que podemos". Que error más fatal. Los estudiosos del área de la familia afirman que los tres primeros años de vida fijan las estructuras más profundas de la personalizad del ser humano. Estar ausentes se paga caro. Además cuando nos acostumbramos a ese ritmo de trabajo, mas tarde se convierte en vicio y como una máquina esos engranajes hacen que después sea muy difícil salir de él.
Quienes son hijos recuerden esto: Uno de los secretos de la prosperidad y el éxito en todo lo que emprendan es: "Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da" (Exodo 20:12) y luego dice el Apostol Pablo a los Efesios "Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra" (Efesios 6:1-3). ¿Que significa honrar?. Honrar significa en los escritos antiguos:
1.- Honrar significa valorar, respetar
2.- Honrar significa sujeción, obediencia
3.- Honrar significa cuidar de ellos.
¿Cuanto de estos conceptos se han perdido en la sociedad moderna?.
"- Si fuera invierno, y cada uno tomara de las brasas de la hoguera y se fuera a un rincón, ¿se calentaría peor o mejor que antes?.
-Peor, mucho peor"
Esa es la verdad. Disgregados nos disminuimos. Unidos nos fortalecemos. Conviene recordarlo hoy antes que sea demasiado tarde.
