Cuentan que un joven ejecutivo entró en su oficina el primer día de trabajo. Se acomodó en su sillón de cuero, miró a su alrededor y dío un respiro de satisfacción, y se ajusto su nueva corbata marca Hugo Boss junto a su traje. Había estudiado y trabajado mucho para estar donde estaba. Se recostó en su sillón para disfrutar el momento. Luego, viendo a un potencial cliente que se acercaba a la puerta de su oficina se puso rápidamente "la gorra" de hombre de negocios ocupado y enérgico. Abrío un cuaderno, luego descolgó su teléfono sosteniedo el auricular sobre el hombro.
Cuando el cliente entró a la oficina, el nuevo ejecutivo comenzó a escribir de manera enérgica mientras decía en su mejor tono de hombre de negocios:
- Muy bien, entonces señor Lee, me encontraré con usted el viernes para cerrar el negocio, ¿cómo dice?, sí, esta bien, dos millones de dólares es adecuado para comenzar, notificaré la oficina en Londres sobre nuestro contrato.
Colgando el teléfono, el ejecutivo soltó su lapicera y extendió la mano a su visitante.
- Buen día señor,- dijo en su mejor tono de ejecutivo, - ¿En que puedo ayudarle?.
El "Cliente" respondió:
- En realidad, estoy aquí para ayudarle a usted, vengo a reparar su teléfono.
Vivimos en un mundo de imagen, pero es bueno preguntarnos ¿que valor me aporta aquello que deseo proyectar?, tal vez, como dice un sabio: "Las buenas preguntas son las respuesta".
Hasta la próxima...