viernes, 22 de mayo de 2009

El frío de adentro...


Seis personas fueron atrapadas por la oscuridad y un frio terrible,  cada una poseía un pedazo de madera, según se dice.  El fuego que moría necesitaba madera, pero la primera mujer no ofreció su madera, porque de los rostros alrededor del fuego  ella notó que una era negra.  El siguiente hombre mirando con cuidado no vio a nadie de su iglesia, y no pudo decidirse a dar su trozo de madera.   El tercer hombre sentado en andrajosas ropas, se trató de abrigar ajustándose el abrigo  y pensó ¿porqué debo gastar mi madera para calentar a un hombre rico?.  El rico simplemente meditó en las riquezas que tenía guardadas, y en la forma de no compartirlas con los hombres que no hacían nada.  El rostro del hombre negro habló de venganza mientras el fuego se alejaba de su vista, por todo lo que vio en su pedazo de madera fue una oportunidad de molestar al blanco.  Y el último hombre de este triste grupo no hacía nada sino era por ganancia.  Les daba sólo a los que le daban a él, y así era como vivía.  Los pedazos de madera todavía permanecían apretados en sus manos heladas por la muerte, fueron la prueba de su egoísmo e indiferencia.  Ellos no murieron por el frío de afuera, sino que murieron por el frío de adentro” (Anónimo).