Cuentan que hace muchos, muchos años un sabio llevó sus zapatos a arreglarlos a un zapatero. Estaba oscureciendo y el zapatero trabajaba a la luz de una pequeña vela que estaba a punto de apagarse. El sabio lamentó que el tuviera que trabajar en esas condiciones, y le ofreció traerlos al día siguiente.
Le dijo el zapatero siéntese, caballero. Mientras arda la vela, hay tiempo para poder arreglar.
El sabio escuchó sus palabras, se sentó a esperar mientras repetía una y otra vez la lección que le había dado aquel humilde zapatero: Mientras arda la vela hay tiempo para reparar.